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Pregón del DOMUND

No es fácil mi tarea                

Que me piden en esta tarde

Pregonar el Domund, ahí es ná.

Y no solo eso

sino pregonar la alegría, levantarla, hacerla renacerla yo que soy más seco y más serio que todas las cosas.

Los que me conocéis sabeis que no soy la alegría de la huerta. Por eso os confieso que no se que hago aquí.

Pero como en todo pregón habrá que empezar dando las gracias.

Gracias al delegado de Misiones, Fernando por este privilegio de pregonar el Domund. Hablar de los misioneros es un privilegio. Poder nombrarlos y destacar su labor es un atrevimiento.

Y con este ardor te doy las gracias por tu tarea y animarte a seguir teniendo esta gran creatividad para llevar el mensaje de la misión a todos los rincones de la diócesis.

Gracias a las Misioneras Cruzadas de la Iglesia, que a lo largo de todos los años habéis trabajado codo a codo conmigo. A vosotras que estáis hoy aquí pero también a las que pasaron Hna. Clara, Pilar, mariana, Maria José, Sole,… Gracias por vuestra paciencia, humildad y generosidad. Todo lo haceis con gratuidad. Sois las que trabajais en la sombra. Por eso mi aplauso y mi reconocimiento.

Gracias al equipo de misiones, a: Juan, Alfonso, Herminio, Paco, que trabajamos 12 años para hacer de Albacete una diócesis misionera.

Hoy me presento a vosotros como un amante de las misiones, aun recuerdo a los jóvenes de confirmación cuando en mis años de seminarista ruben me decía que me iba a ir con los leones a africa. Amo las misiones, sí, y admiro a los misioneros. Y lo hago sin haber tenido la suerte de ser misionero ad gentes. Para mi ha sido un regalo de Dios poder trabajar tantos años con los misioneros. Conocer sus rostros, saber de sus sueños, compartir fracasos o sufrimientos.

Me siento Iglesia, bautizado, misionero. Por el bautismo somos misioneros. Estoy llamado a pregonar a anunciar,… Los misioneros no están solos, no salen por su voluntad sino enviados. Su tarea es mi tarea, Su misión es mi misión. Nuestra identidad es ser misioneros, salir de nosotros, salir al mundo.

Y los misioneros son los protagonistas de este envío de Jesús, id por todo el mundo y proclamar el evangelio d ela alegría. Por eso Renace la alegría

Y renace la alegría en rostros concretos como el que ve cada día Rafael, en Ecuador, que como el viejecito indígena Wanpuch que siempre busco la venganza ahora sabe perdonar y pide ser cristiano, bautizarse y casarse por la Iglesia.

O Asunción en Filipinas que ha descubierto como es feliz dándose a los demás en un parvulario con comedor para niños malnutridos.

O Constanza, que no deja de sonreir y soñar con hacer casitas para los que no tienen vivienda en una villa miseria de argentina.

Con los misioneros renace la alegría. La fuente de su alegría está en la experiencia de donarse, de entregarse ellos mismos. Merece la pena darse. Esto contrasta con una sociedad en la que nos encontramos todos nosotros donde parece que la alegría está en tener y en el bienestar.

13 mil misioneros españoles que necesitan nuestro apoyo, nuestra oración. Nuestro reconocimiento. Son nuestros mejores embajadores de la grandeza humana. Son signo de humanidad frente a un mundo manchado por el egoísmo y la sin razón de la injusticia.

13.000 misioneros repartidos en 130 países. Y donde las mujeres son mayoría. También los laicos misioneros van creciendo. Misioneros de por vida, entregados a la causa de la alegría.

Misioneros de la entrega. Rostros concretos como el de Miguel y Manuel, víctimas del ébola, que han entregado su vida por ayudar a los enfermos y desahuciados,…

 

Misioneros de la Palabra, como adrián en Tanzania. Que dice que para él su vida misionera tiene dos caras, las de los proyectos realizados y la más importante para él, la de ser enviado a llevar el evangelio de Jesus a pueblos que nunca oyeron hablar de él. Darles a conocer el modelo de persona que Dios  propone. Para los no creyentes y para los de otras religiones ellos son rostros del resucitado.

 

Misioneros de la pobreza. Como Isabel en el Congo, donde salen a la calle buscando personas excluidas de todo al límite del abandono.

Misioneros de la salud, como Raquel en Mozambique, que cada día es testigo de milagros de esperanza que dan fuerza para combatir el mal en un pequeño hospital y creer que la realidad no es simplemente lo que vemos y que nunca está todo perdido.

Misioneros de la educación. Como Jesús que está en Bolivia, que comenzó una escuela con creatividad e ingenio con 159 alumnos al aire libre, con pizarras colgadas en los árboles. Y los niños iban dando la vuelta al árbol según giraba el fuerte sol.

Misioneros de la justicia y la paz, como Benedicto en Angola, que desde 1986 en plena guerra civil en Angola marcho para tratar con huérfanos de guerra, viudas, mutilados y refugiados. Había que convertir este país desde el perdón en un lugar de diálogo.

Es el momento de apoyar a nuestros misioneros De ser DOMUND. Hacernos de todos y para todos.

Porque con el euro misionero…

Se puede comparar 18 panes en Bolivia

Con un euro misionero Se puede hacer una comida en la República democrática del Congo

Con 4 euros al día vive un trabajador en India

Con 20 euros se puede pagar la matrícula de estudio de un niño en Burkina Faso

Con 120 se cubren los gastos de todo un año de un alumno en un internado de Myanmar

Con 2.900 euros se abastece de medicinas todo un centro de salud de un barrio de Dakar.

 

Es momento del compromiso con nuestro dinero, con nuestro compartir. Rompamos nuestras huchas, nuestros bolsillos, nuestros caprichos y ayudemos con generosidad. Los españoles hemos realizado 438 proyectos en 77 países el año pasado.

Renace la alegría. Es momento de disfrutar de los signos de paz, de compartir gestos de amor, es el gozo de la vida dada. Es momento de anunciar a Dios.

Cada uno de nosotros somos signos de su amor, sabemos que viviendo su Palabra esta tierra cambiará el ser.

Elevemos nuestras manos, siempre abiertas, y el alma siempre alerta.

Es momento de decirlo, es momento de anunciar, es momento de pregonar la alegría de nuestro Dios.

 

 

Y Para terminar mi pregón

y como signo de comunión

os invito a abrir las manos

y aplaudir sin más razón

que la de compartir vuestra alegría

de conocer a nuestro Dios

y querer hacer un mundo

más fraterno y con más amor.